Capítulo 2
Señores, no sé si sea buena idea. Cora está actualmente
metida en otro proyecto- Objetó Don Ángel- Sería complicado ajustar las fechas,
tenemos que comenzar cuanto antes.
Bueno, solo sería cuestión de posponerlo unas semanas-
Comentó Cora- ya la novela está por terminar; si adelantan mis llamados, los
podría hacer todos de una y estaría libre muy pronto. Mientras tanto, pueden
avanzar con la preproducción y luego ya me pongo al día.
Ajá - Asintió- el señor Stewart- Me parece buena idea. Lo
importante es la calidad y con Cora ya es una garantía ¿ustedes que opinan?
Sí, podría ser una solución pero… eso sería agotador para
ella. Sí, podría adelantarlos, pero ¿Estás segura Cora? – preguntó Don Ángel
tratando de disuadirla- A parte de tener
que aguantar excesivas horas de llamado estas últimas semanas, luego no
tendrías tiempo para reponerte física y psíquicamente de tu personaje. Ambos
personajes son muy intensos. La carga emocional afecta a los actores, Cora;
Necesitas tiempo y no lo tenemos.
Disculpe señor, yo ya llevo muchos años en esto; si me
dejase absorber por mis personajes a estas alturas ya estaría en un
psiquiátrico – Respondió Cora- Y sí, sería agotador; pero es un reto y me
siento capaz. Además, si me han hecho
venir se supone que es porque de uno u otro modo confían en mí para este
proyecto y no pienso defraudarles.
Don Ángel no encontró argumento alguno para rebatir la
calculada intervención de Cora, así que decidió guardar silencio y aguardar la
respuesta de sus socios.
¡Excelente!- aplaudió el viejo Don Joaquín- eres la
protagonista y no se hable más.
Como todos parecieron estar de acuerdo, continuaron la cena
tratando diversos temas de interés sobre el nuevo proyecto. Cora estaba sentada
al lado de Alfredo Bustamante que no paraba de mirarla y sonreír con picardía.
El empresario español, que parecía bastante interesado en ella, rondaba casi
los 60 años y era un hombre corpulento, de cabellos canosos. Su rostro surcado
de arrugas indicaba que tenía demasiadas
preocupaciones como para dedicar tiempo a su cuidado personal. A Cora no le agradaba ni su aspecto, ni su interés en ella y menos aún la idea de que él era quien había
propuesto la ideíta del hotel.
De pronto Cora sintió la mano de Don Alfredo sobre su muslo
y se estremeció, sabía en qué iba a terminar todo aquello pero no le hacía
mucha gracia imaginarlo. - ¡Maldita sea! esta gente se cree que tiene a Dios
agarrado por las barbas por tener poder y dinero… y lo peor es que así es-
pensó Cora
Finalizada la cena, los
comensales se despidieron en el hall del hotel. Era tarde y les esperaba un día
complicado, todavía quedaban muchas cuestiones importantes por decidir, así que
lo mejor sería irse a descansar. Cora miró la puerta; quería escapar de aquel lugar cuanto antes,
sin embargo algo la retenía y era
precisamente el tipo de consideraciones que le serían más adecuadas tomar con
el empresario español.
La actriz se
conocía muy bien a sí misma y mejor aún a los hombres como don Alfredo; no tenía porqué pasar un mal rato al lado de
ese desagradable señor de no ser estrictamente necesario. Además, ya se había
solucionado todo, le habían concedido el protagónico y confiaba en que no
cambiarían de opinión. Después de pensárselo por un rato decidió marcarle a su chófer, pero justo en ese momento unas frías manos detuvieron las suyas.
- ¿Pensabas irte?- Preguntó Don Alfredo- y yo que iba a
invitarte a una copa.
- Es tarde- dijo Cora, sin saber porqué una extraña
sensación de miedo y culpa comenzaba a invadirla y ahora menos que nunca le
apetecía pasar la noche con ese completo desconocido.
- ¿Y qué? Quédate
aquí hasta mañana, no vas a despertar a tu chófer a estas horas ¿no?- Contestó
Don Alfredo con cinismo- Sería muy
desconsiderado de tu parte.
- Pero… ¡él no duerme!- dijo Cora a la desesperada
provocando la risa de don Alfredo.
- Ahhhh ¿No duerme? ¿Qué es un vampiro?- bromeó el
empresario mientras se acercaba a su cuello, diciéndole al oído- ¿Sabes qué? yo
tampoco duermo. Creo que también soy medio vampiro.
Cora trato de retroceder y en su intento estuvo a punto de
perder el equilibrio. -¿Qué demonios te pasa Cora? Ni que fuese el fin del
mundo, solo es un hombre… uno más. – se recriminó a sí misma.
-Anda vámonos, acompáñame arriba ¿sí?- concluyó en un tono
más autoritario, casi con aire amenazador
–A veces, hija, ciertos sacrificios son necesarios para
conseguir lo que se quiere- recordó Cora con pesar, pero comprendiendo el valor
y significado de cada una de aquellas
palabras, de aquel modelo de vida impuesto tan tempranamente.
Cora siguió a Don Alfredo hasta
su suite y mientras se recordaba a si misma aquella frase hiriente y verdadera,
viejas heridas ilocalizables se reabrían en lo más profundo de su ser. Sonrió
mientras desvestía su cuerpo y ajustaba aun más la coraza de su alma; Se dejó
llevar.
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¡Lucía! Cariño, despierta ¡Se te hace tarde para la prepa!-
gritó su padre desde la cocina.
¡Estoy despierta papá! – Contestó ella desde su habitación-
Ya mismo bajo.
La joven miró el reloj de reojo.
-¡Es tardísimo! ¡Y tengo matemáticas a primera hora!- Se
lamentó Lucía. Rápidamente buscó en el armario algo que ponerse, y se vistió a
toda prisa. Bajó las escaleras casi volando y agarró una botellita de agua. Su
madre la observaba desde la puerta.
-Lucía… ¿No piensas desayunar? ¿Cuántas veces debo decirte
que el desayuno es la comida más importante?- Le sermoneó su madre.
-Ya sé mamá, pero sabes que a esta hora no me baja nada.- se
excusó Lucía mientras guardaba la botella en su mochila a toda prisa.
-Señorita, no te vas a ir de aquí sin desayunar, ¡me da
igual lo que digas! - Insistió ella.
-¡No mami! No me apetece, es tarde.- le contestó Lucía
dándole un beso y dándose la vuelta para salir corriendo.
-Hija, ¡no puedes seguir así! Llevas unos días…- su madre
suspiró- necesitas ir con el psicólogo.
-¿Qué? Ahhhh porque no me apetece desayunar y ya me mandas
al loquero… tú sí que estás mal- se burló Lucía.- Sabes que… ¡déjame en paz!
-Lucía, respétame – Le gritó su madre- no merezco que me
trates así.
-Es cierto, mamá, perdóname.- Se disculpó la muchacha- Estoy de mal humor, solo es eso. Bueno ya me
voy que llego tarde.
Lucía le dio un beso a su madre y salió corriendo al coche,
su padre la esperaba impaciente en su interior; inmediatamente se pusieron en
marcha.
-¿Qué te pasó cariño? Hoy se te pegaron las sábanas bella durmiente- dijo su padre sonriendo.-
¿Sabes que te ves muy linda?
-Sí, claro. Lo que hace el amor de padre, estoy horrible.
Soy un cero a la izquierda- Se lamentó la joven.
-Eso no es cierto cariño, tú eres muy linda, por fuera y por
dentro. –Su padre la miró a través del espejo retrovisor- Mira que ojazos color
miel, esos labios… pareces una muñeca de porcelana, de veras eres muy bonita.
- Sí, sobretodo… y por eso no tengo novio– contestó ella de
mala gana.
- Cariño, eres demasiado soñadora… aterriza, te crees que el
príncipe azul va a llamar a la puerta - dijo su papá.- Eres demasiado tímida,
tienes que dejarte conocer.
- Pero papá, ¿no me ves? Me paso el día viendo telenovelas;
enamorándome de los galanes de la tele. -Susurró Lucía- ¿Por qué no puedo ser
yo como Cora? Mírala, ¡es perfecta! ¡Los hombres enloquecen por ella!
- ¡Ayy no! Lucía, cariño, ya estamos otra vez con el temita
de siempre. Confundes la vida con la fantasía ¿Por qué ese afán tuyo de querer
parecerte a otras personas? ¿Por qué no puedes ser feliz siendo tu misma?- le
dijo su padre un poco molesto- ¡Y qué manía con Cora!
-Lo ves esto me pasa por hablar de estas cosas contigo, se
ve que los hombres no entienden nada. Pero peor si lo hablo con mamá. ¡Es que
nadie me entiende!- Exclamó Lucía.
- ¿Y por qué no tratas tú de comprender a los demás? Nunca
se te ha pasado por la cabeza que quizás tu problema eres tú misma… -le dijo su
padre.
- Sí, yo tengo la culpa de todo ahora, no te fastidia-
contestó Lucía malhumorada.- También de haber nacido. Mi vida no tiene sentido
¡Quiero morirme!
- Lucía ¡por Dios! Ahora
no te pongas melodramática. Todos los días el mismo numerito.- Le dijo su padre
con preocupación- Estoy de acuerdo con mamá, necesitas ir al psicólogo.
- Ajá, lo sabía… Estás tan paranoico como ella. ¿Sabes qué?
¡¡No te volveré a hablar de mis problemas, ni a molestarte con “mis
numeritos”!!- chilló Lucía furiosa - aunque no lo creas tengo amigas con las
que puedo hablar de mis cosas… ¡¡¡NO NECESITO TUS CONSEJOS!!!
-Pues que bueno; ya estamos, bájate ya que llegas tarde- dijo
su padre, resignado, mientras paraba el coche frente a las puertas del
instituto. – Adiós, que tengas un buen día.
-Sí, segurito. Buenísimo- Dijo
Lucía con sarcasmo antes de dar un portazo y salir corriendo.
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-¡David! ¡Buenos días! ¿O mejor te digo buenas noches? –Le
saludó Don Ángel, al llegar a la casa- Qué pintas traes, hijo. Se ve que no
dormiste, de pura juerga andabas si no me equivoco.
-Buen día padrino- dijo David bostezando.- Obvio, ¡la vida
al máximo!
- Oyes hijo, tenemos que hablar y me temo que no te va a
gustar mucho lo que tengo que decirte- dijo Don Ángel algo nervioso.- Pero
antes sube y cámbiate… te espero en el despacho.
-Está bien, ya mismo bajo.-dijo David casi sonámbulo.
Don Ángel se quedo observando como David subía las escaleras
con cierta dificultad, seguramente no se encontraba del todo sobrio y eso unido
al cansancio le hacían perder el equilibrio y tener que agarrarse a la
barandilla para no caerse.
-Vaya por dios, tanta
educación para esto - se dijo don Ángel sacudiendo la cabeza con una mezcla de
enojo y resignación.
Acto seguido entró a su enorme y lujoso despacho;
rodeado de estanterías repletas de
carísimas colecciones de libros forrados en piel. Al fondo de la estancia se
encontraba una gran mesa de brillante madera de ébano. Don Ángel se sentía muy
orgulloso de su despacho, al igual que de todo lo que había conseguido en su
vida: Poder, dinero… más poder, más dinero…
- He logrado todo lo que quería verdad – afirmó Don Ángel como
tratando de convencerse a si mismo mientras se sentaba ante su mesa y examinaba
su despacho con detenimiento. De pronto
sus recuerdos lo asaltaron y su rostro, muy estropeado ya por el paso de los
años, se ensombreció. Tal vez por un
gran vacío, tal vez por la culpa o quizá por el peso de aquellos secretos… No, no era feliz.
Unos minutos más tarde David irrumpió en el despacho y se
sentó frente a su padrino.
-Tú dirás padrino- dijo el joven aún bostezando.
-Bueno, ayer me reuní con los inversores aquellos de los que
te hable.
-Ajá, para lo de ese boom-novela que me contaste, la de los
faraones egipcios ¿no?- adivinó David- ya te dije que si estoy capacitado para
el papel, todo en orden ¿me equivoco? Tú me prometiste que…
-Sí, todo correcto, no te preocupes. - lo calmó Don Ángel- bueno,
te quería preguntar… ¿te has visto con Cora Gurmendi últimamente?
- Pues en verdad, no.
Siempre trato de evitarme situaciones desagradables y encontrarme con ella, me
sería profundamente non grato. Si comprendes ¿no?- dijo David dejando claro su
desagrado hacia la actriz.
- Pues me parece que vas a tener que habituarte, mijo.
Compartirás con ella el protagónico. –Anunció Don Ángel.
-¿Es en serio? ¿Tú me lo haces adrede no? ¡Sabiendo la
ilusión que tenía en este proyecto y me metes a trabajar con esa estúpida!-
Explotó David- ¡No es justo!
-Sabía que no te gustaría la idea pero no pude hacer nada.
Lo tomas o lo dejas. ¡Cora va en la novela y punto!- Don Ángel comenzó a
sentirse molesto con la actitud de David- Ya no eres un niño, quieres hacer el
favor de dejarte de tonterías ¿o es que le tienes miedo a la Gurmendi?
-Ja, eso te crees ¿no? Yo no le tengo miedo a nadie- dijo
David con arrogancia- y sí, claro, por
supuesto que tomo la novela. Voy a ponerle un alto en el camino a esa
trepadora, pienso demostrar cuan talentosa es.
-No se te ocurra buscarme problemas con Cora, David. Sabes
que te quiero como a un hijo, pero los negocios son los negocios- le advirtió
Don Ángel- No me temblará la mano a la hora de sacarte del proyecto si armas un
numerito.
-No, si el numerito lo armará ella cuando quiera ponerse a
mi altura.- Pronunció David muy seguro de sí mismo.
-No te ciegues David, Cora es muy talentosa y tiene mucha
más experiencia que tú. Además no sé
porque le tienes tanto rencor a la pobre mujer si apenas la conoces, nunca has
trabajado con ella.- dijo Don Ángel confuso.
-No me hace falta tratarla para darme cuenta de la clase de
mujer que es. Una loba con piel de oveja. – Dijo David con desprecio- Se nota
que tú no escuchas lo que se comenta de ella entre bastidores. Nadie la soporta
en los sets, es una víbora.
-No me hace falta hijo, conozco a Cora a la perfección y no
me parece que sea como tú la describes –comentó su padrino.- es una chica muy
linda y atenta.
-Sí, ya me imagino de que forma la conoces- David carraspeó-
además tú eres el jefe, te muestra su cara de niña buena y te la crees toda.
-Sí y tú te basas en rumores y chismes sin fundamento para
calificar a una persona. Además, hijo, relájate pareces hasta ardido.- Don
Ángel reflexionó un momento y sonrió- Imagino que esto no vendrá de aquella vez
cuando de crío te quisiste sacar una foto con ella y te mando al diablo.
-¿Cómo? Hazme el favor… Sí, le pedí una foto cuando tenía
qué, ¿14 años? Pero ya la odiaba justo por eso fue, porque me apostaron mis
amigos que no me atrevería… y pues ni modo, no iba a perder la apuesta- se
justificó David- Yo nunca pierdo.
-Sabes bien que no fue así, ¿quieres que te recuerde de
quien era el póster que pegaste en la pared?- Le preguntó su padrino en tono
burlón- Sí, ese póster con el que te
cargaste la pared y mamá te echó la
bronca de tu vida. Por favor, pegar un póster con pegamento, a quién se le
ocurre. ¿Si recuerdas no? ¿Otra apuesta?
-¿Qué estas insinuando? -preguntó David indignado- yo no
admiro ni he admirado nunca a nadie, por encima de mí Dios.
-Te lo tienes demasiado creído. –Se burlo Don Ángel- No te
hinches tanto porque cuando caigas la caída será estrepitosa.
-Ya veremos quién cae aquí.- Rió
David.
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Ya eran las 10 de la mañana cuando Cora llegó por fin a su
casa. Estaba agotada y se sentía pésimo; el dolor de estómago y las arcadas no
la abandonaban desde la noche anterior.
-Necesito un baño- se dijo- luego a la cama… y espero no
despertar.- Se dirigía ya a las escaleras cuando una voz muy familiar la
interrumpió.
-Cora, Cora, Cora… ¿No te alegra verme?- pronunció.
-¡Mamá!- Exclamó Cora sintiendo un leve escalofrío- No te
esperaba.
-Obvio, no. Qué sacrificadas somos a veces las madres- dijo
Doña Irene a la vez que sostenía una pequeña agenda entre sus manos.- Imagino
que estos últimos meses sin mí, te habrá ido de la patada, con tu falta de
voluntad y tus sentimentalismos a cada rato.
Cora miro desafiante a su madre y abrió la boca, pero una
gélida mirada de doña Irene la paralizó y no se atrevió a pronunciar palabra.
Doña Irene comenzó a andar a su alrededor y a escrutarla con la mirada.
-¿Con quién? ¿Y por qué?- le interrogó.
-¿Cómo?- dijo la actriz algo desconcertada.
-Anda Cora, no te hagas la tonta, me haces perder la
paciencia escuincla- se alteró doña Irene- con tal de que no me salgas que
estás enamorada…
-No, mamá. Ya sé por dónde vas- le aclaró Cora- vengo del
hotel Emperador, ayer tuve una junta con unos inversionistas y me quedé a
dormir allí.
-Ajá. ¿Y qué tal la reunión? ¿Si conseguiste lo que querías
no?- le preguntó su madre- de algo te habrá servido todo lo que te enseñé ¿no?
Vamos digo yo, tan inútil no eres.
-¡Mamá! Basta por lo que más quieras- Cora perdió la
paciencia- Me fue muy bien, fantástico, excelente. ¿Qué más quieres? Me siento
mal. Tengo sueño, ¡no quiero hablar!
-¿Lo ves? estás peor de lo que yo imaginaba. ¿Hasta te
atreves a levantarme la voz? ¡Ingrata!- le recriminó su madre.
-Me voy a dormir- dijo Cora, mientras subía las escaleras
impetuosamente. Al llegar arriba contempló
horrorizada el equipaje de su madre; parecía que esta vez había llegado
para quedarse.
Su madre la había seguido hasta arriba.- Sí, cariño.- sonrió
Doña Irene al percatarse de la reacción de su hija- He decidido que me necesitas a tu lado.
-Me encuentro mal, después hablamos.- Dijo Cora tratando de
encerrarse en el baño.
-Pero no olvides que en 15 minutos te toca gimnasia.-le
advirtió su madre mirando en la agenda a la vez que sostenía la puerta.
-No. ¿Cómo así? Esta mañana la tengo libre.- protestó Cora
logrando al fin cerrar la puerta.
-¡Ya no! – exclamó Doña Irene
desde el otro lado.
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Un mes más tarde.
<<¡¡¡Amiga!!! ¡Queda tan poquito ya! ¡Muero por conocerlas!
Y obvio a David>>. Escribió Miranda a uno de sus contactos de
Messenger.
<<Sí linda, 2
semanitas nada más. Te estaremos esperando en el aeropuerto. ¡Q emoción!>>.
Le contestó su amiga Vero desde México. <<
¿¿Y cómo la llevas con tu mamá?? ¿Está más tranquila?>>
<<No, ni me la
nombres ahorita. Está que se sube x las paredes>> Le informó Miranda.
<<Por cierto, con esto del viaje no he estado muy pendiente ¿cómo va la
novela?>>
<<Pues muy bien,
ya está casi todo listo. Confirmaron a Cora Gurmendi y a Óscar Manzano. Ya
muero por ver a David como Egipcio, ¡OMG que rico! ¡¡Lo voy a enjabonar todito,
todito con el jaboncito rosa!! Frota, frotaa…>>
<< ¡Y enamora!
Jajaja Oyes, Vero, ¿¿pero no que David
se llevaba de la patada con Cora?? Uf ¡esto se pondrá fuerte!>>
<<Ayyy la verdad
ni idea, tú sabes los chismes, pero que emoción… ¡¡El rodaje comienza en una
semana!! Hasta q por fin la Gurmendi se
desocupó de la otra novela. La espera se había hecho insoportable>>
-¡Miranda! ¡Quieres hacer el favor de bajar! ¡Ya tu comida
está fría!- gritó su madre enfadada- ¡Te he llamado mil veces!
-¡Ya voy!- reaccionó Miranda.
<<Bueno mi Vero, me tengo
que ir ya. Besitos >> tecleó.
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-Alexia, ¿qué demonios te ocurre?- Exclamó Mauricio
aturdido- ¡Estás loca!
-¿Ah sí? ¿Loca yo? Eres un estúpido si te crees que puedes
engañarme.- gritó Alexia llena de ira.- ¿Quién era esa mujer?
-¿Qué mujer? No entiendo, ¿vas a seguir igual?- preguntó el
hombre preocupado, mientras se le acercaba para acariciarle el rostro.- ¿Te
cuesta tanto comprender que te amo?
-Tú sabes que eso no es verdad, Mauricio.-Dijo su Alexia rompiendo
a llorar.- Ya no te gusto, lo sé. Me he vuelto una de esas esposas que los
políticos utilizan para aparentar ser hombres rectos y de confianza, mientras
se deshacen en brazos de sus amantes.
- Cariño, ¿Por qué piensas así? Lo deje todo por ti, diez
años atrás ¿recuerdas? Si en verdad fuera como tú dices… ¿para qué divorciarme
y convertirte en mi esposa cuando podría haberte hecho mi amante?
- Porque sabías que yo no hubiera aceptado y estabas muy
encaprichado por esa época; pero ya todo eso acabo. –Dijo su esposa llorosa-
ahora el hastío, la rutina… ¡confiésalo te estás aburriendo de mí! Pero no es
justo, porque yo te amo como el primer día.
-Yo también te amo Alexia, ven acá- le susurró Mauricio con
cariño mientras la rodeaba entre sus brazos- Ya está, ya está…- la calmó
mientras secaba sus lágrimas y la besaba con ternura.
-Perdóname Mau, no sé qué gano con estos numeritos; es que
temo perderte.-le dijo su mujer.
-Nunca mi amor, aquí estoy. Te amo.- le dijo Mauricio
mientras le desabrochaba la blusa.
Alexia se resistió.
-¿Qué te pasa ahora?- preguntó su marido desconcertado.
-Ahora no. Hablemos de tu hija.- dijo Alexia tajante.
-¿Miranda? ¿Qué pasa con ella?- se extrañó el hombre.
-Pues qué va a ser, que viene en dos semanas ¿me equivoco?-
respondió su esposa.
-Sí ¿y? ¿Qué pasa? - dijo Mauricio.- Ya lo habíamos hablado.
-Ajá. Con tal de que no interfiera entre nosotros, todo
bien. Pero no estoy para aguantarle las estupideces a una escuincla. – Contestó
ella.
- Anda, Alexia… Miranda ya no es
ninguna niña. – Apuntó Mauricio. – No habrá ningún problema.
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-¡Buenas Cora! No te esperábamos hoy por aquí…-Dijo Ricardo,
el joven director de casting- las pruebas de imagen son el jueves y el rodaje
no comienza hasta el lunes, aun estamos en audiciones.
-Ya se Ricky- contestó Cora sin hacerle mucho caso- No tenía
nada mejor que hacer. Ahora si me permites, me voy a ver mi palacio. Foro
cuatro ¿no?
-Ese mero mi reina- contesto él- pero te consejo entrar por
atrás porque ¿qué crees? El pasillo D-1 está plagado de gente por los castings,
que por cierto este año vienen con alguna que otra sorpresa bien interesante…
-Ajá, Bye cari- se despidió Cora.
La actriz descendió por unas angostas escaleras para tomar
el pasillo secundario que desembocaba en la puerta trasera de la gran nave. No
le apetecía para nada encontrarse con
nadie.
-Vaya, vaya. Así que esto va en serio- dijo la actriz
obnubilada al cruzar la puerta y divisar los exquisitos decorados- Muy bien,
esto está muy bien.
Cora recorrió una a uno todos los interiores, asombrándose
por la inmensidad de aquel lugar y por el gran número de estancias de cartón y
pladur dispuestas formando una especie de laberinto. Los raíles de las cámaras
y los focos colgaban ya del altísimo techo. Cada detalle, perfectamente
cuidado, relucía en tonos dorados. El oro, el lujo de cartón lo cubría todo.
-La magia de nuestro mundo- se dijo Cora sacando de su bolso
un mapa del set que le habían facilitado en recepción. Con su ayuda buscó los
aposentos de la reina y una vez llegó, no pudo resistir la tentación de
recostarse sobre la lujosa cama, cubierta en sedas, que presidia el
dormitorio.
Allí escondida, tras las hermosas cortinas semitransparentes
bordadas en oro, decidió que era el momento adecuado para encontrarse con su
personaje. Sacó de su bolso unos papeles y cuando encontró el que buscaba comenzó a leer
en voz baja:
<<La IV dinastía. Protagonizada por Cora Gurmendi, David Belmonte y Óscar Manzano.
Sinopsis: Egipto. Año 2525 a.C. Meresanj, una bella princesa egipcia es
obligada a contraer matrimonio con su tío el faraón Kefrén, mucho mayor que
ella. El faraón es un hombre posesivo y extremadamente celoso y se obsesiona de
tal forma con su sobrina que después de convertirla en su esposa la encierra en
palacio y le prohíbe el contacto con cualquier varón. La reina ve pasar los
meses y los años recluida en sus aposentos, rodeada de sus damas y de las
concubinas reales que corren con la misma suerte que ella. Un día, ya
sintiéndose enfermo y cansado, decide ordenar construir una pirámide donde
reposarían sus restos, garantizando así su inmortalidad. Para esta tarea, manda
llamar al famoso arquitecto Imhotep, descendiente del que en su día construyera
el palacio real. Así el joven se traslada a palacio y en un descuido del
faraón, conoce a la reina quedando inmediatamente prendado de su belleza. A
partir de ese momento Imhotep ideara todo tipo de artimañas para poder visitar
a Meresanj a espaldas del rey. La aburrida soberana será presa fácil de la
pasión del arquitecto y en poco tiempo el amor se abrirá paso. Una egoísta y
macabra decisión del monarca, convertirá de pronto la vida de Meresanj en una
angustiosa pesadilla, Imhotep no abandonará a su amada en la lucha por escapar
de aquel cruel destino, aunque en ello le vaya la vida. >>
-Interesante- se dijo Cora.
La actriz permaneció allí por un buen rato hasta que el ruido de la puerta la sobresaltó.
-¿Y ya hablaste con la embajada? ¿Para cuando empezamos
allá?- Preguntó David.
- Sí, pues como para dentro de dos meses. Estaremos allá en
el Cairo, calculo unas tres semanas, rodando los exteriores más importantes. Ya
los demás en Sonora, la réplica de la pirámide está quedando bastante bien, la
verdad. –Contestó Don Ángel.
- Sí, yo también estoy gratamente sorprendido. ¿Por cierto
que onda con lo de los fans?- preguntó
David.- me enteré que hoy era el casting, que gran idea de Ricky ¿no?
- David, no te hagas, que esa idea es tuya. Ricardo te sigue
el juego porque esta tan loco como tú.- dijo su padrino.- Pero bien, no me
quejo, es una buena estrategia para subir el rating. Lástima que solo lo hagas
para molestarla.
-¿Para molestar a quién? ¿A Cora? ¿De dónde sacas eso?-
Ironizó David- Con lo que ella quiere a sus fans ¡y con lo que yo la quiero a
ella!
Cora que se había quedado escuchando la conversación desde
la estancia contigua, decidió acercarse.
-¿Así qué me quieres mucho?- intervino la actriz con una
fingida sonrisa- ¡Ay qué lindo! Yo también te adoro mon amour.
CONTINUARÁ...