Capítulo
6
<<Se lo qué le hiciste a mi
padre, y te juro que lo vas a pagar muy caro>>.- Volvió a leer Don Ángel
con una palidez mortecina en el rostro.- Los fantasmas del pasado están
regresando… pero yo no estoy dispuesto a abrirles la puerta. No me verán caer…
No.
Cora salió del baño con una recobrada
serenidad que disfrazaba la rabia y repugnancia que sentía hacia el ser que
tenía en frente.
Al verla, Don Ángel ocultó su celular
inmediatamente como si de la prueba de un delito se tratase.
-Co… Cora… Tengo que irme…- Dijo muy
nervioso.
La actriz asintió. Aunque intuía algo
extraño en la actitud de su jefe no estaba dispuesta a retrasar con preguntas
su marcha…
-Me gustaría que nos viéramos más a
menudo… - Propuso Don Ángel– Cuando estoy contigo se me olvidan los problemas… Estás
hermosa niña…
Cora permaneció en silencio. La
pesadilla se repetía… ¿Acaso nunca terminaría de pagar el precio de una fama
que nunca deseó?
Cuando se quedó a solas sacó el
celular de su bolso y marcó a toda prisa.
- ¿Cora? ¡Son las tres de la mañana!
¿Te encuentras bien?- contestó Alexia entre bostezos.
- No- pronunció la actriz con la voz
quebrada- necesito hablar contigo.
- Me estas preocupando ¿Qué te ocurre?-
preguntó su amiga.
- Nada… no puedo explicarte por
teléfono… - contestó ella- Estoy en el hotel “Radisson Paraíso” ¿puedes venir?
- ¡¿Ahora?!- Exclamó Alexia.- ¿No puedes
esperar a que amanezca? Antes de ir a la oficina me paso por tu casa y
hablamos.
- ¡No! ¡Por mi casa no!- dijo Cora.- Mi
madre está allá…
- ¡Ughh! ¿En serio?- Exclamó Alexia,
que conocía muy bien a doña Irene.- Yo también tengo nueva inquilina ¿sabes?
Miranda, la hija de mi marido, llegó ayer de España… ¡y estoy que me subo por
las paredes!
Cora odiaba cuando Alexia cambiaba de
tema para convertirse en protagonista de la conversación. En ocasiones la veía
como a una niña caprichosa y loca que lo tenía todo en la vida y se inventaba
ridículos “problemas” para llamar la atención. Nunca se había tomado en serio
sus maniáticos celos; creía más bien que era una exagerada y se preguntaba
cuanto tardaría su marido en darse cuenta y dejarla.
-Ale, te llamo mañana ¿sí?- dijo Cora
sin prestarle la más mínima atención; no estaba de humor para aguantar sus
tonterías.
- Pásate por mi casa a desayunar y
hablamos- Le sugirió Alexia.
- ¿Estará tu marido?- Preguntó ella.
- No, se irá a trabajar muy temprano…
- contestó su amiga.- quien si estará es la chica, pero seguro que se levanta a
media mañana porque se ha pasado toda la noche en la computadora…
-Está bien- decidió la actriz- hasta
mañana entonces.
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Eran las 6 de la mañana y el
despertador comenzó a sonar. A Lucía no le supuso ningún esfuerzo apagarlo
porque hacía tres horas que estaba despierta. Llevaba puesto el uniforme del
colegio y se había sentado sobre la cama a esperar que amaneciera.
Su padre se asomo a la puerta y se
sorprendió por verla arreglada tan temprano. Entró en silencio y se sentó a su
lado.
-No has dormido ¿verdad?- preguntó
preocupado.
Lucía no contestó.
-Hija, no tienes porque ir a clase
hoy… - le dijo su padre.- quédate y
descansa.
- No papá, está bien así.- Contestó
ella.- Si me quedo aquí metida terminaré por volverme loca ¿entiendes?
- Como quieras cariño…- asintió él.-
Vamos, acompáñame a desayunar…
- No tengo hambre.- dijo ella
cabizbaja.
- Anda, tienes que comer algo… hazlo
por mí- le pidió su padre.- Si quieres vamos a desayunar a esa pastelería que
te gusta tanto…
- No hace falta, no te preocupes.-
Dijo Lucía levantándose y bajando a la cocina. Su padre la siguió.
La joven abrió la nevera y preparó dos
vasos de leche. Ambos se sentaron en silencio mirando con tristeza la silla que
quedaba vacía.
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David se levantó agitado, había tenido
una pesadilla terrible y no conseguía borrar las escabrosas imágenes de su
mente.
Soñó con el camerino de una reina. Detrás
de un biombo de plata un hombre espiaba maravillado como una bella actriz
cepillaba sus largos cabellos. Ese hombre era él, sin embargo no podía observar
el rostro de la mujer pues se encontraba de espaldas frente a un espejo que
solo reflejaba una luz blanca deslumbrante que lo cegaba. Un anciano de rostro
cadavérico entró a la habitación sosteniendo una guadaña y la luz blanca fue
muriendo inundándose todo de una oscuridad más negra que la noche. De pronto
vio aparecer a un joven que poniéndose delante del anciano alzó sus manos en
actitud defensiva. La mujer se levantó y se dio la vuelta por vez primera, pero
David no se atrevió a mirarla por miedo a descubrir su identidad. La etérea
fémina agarró con fuerza la mano del adolescente tratando de protegerlo con su
luz pero la oscura guadaña cayó sobre él y un grito rompió en añicos la visión
haciendo que David despertara.
-Mi hermano… ¡era mi hermano!- exclamó
David muy turbado. Había reconocido al joven de su sueño. En cuanto al resto de
personajes su mente se empeñaba en construir el paralelismo de un recuerdo.
David fue al baño y se lavó la cara
con agua fría. Aun era temprano para ir a la televisora, pero tampoco podía
seguir durmiendo.
En pijama bajó a la cocina y se
preparó un café muy cargado. Cuando se lo terminó, se sentó en un sofá del
salón y encendió la tele. En Pangea TV estaban dando el noticiero de las 7 a.m.
<<Tras el asesinato de una
familia en ciudad Juárez, la policía descubre nueva red de narcotráfico. Las
autoridades advierten que las víctimas…>>- David frunció el seño y cambió
de canal, no quería escuchar nada negativo.- Vamos a ver que están pasando por
Teleocéanos…
<<El embajador español Mauricio
Millet se encuentra reunido con el presidente de la República para tratar la
seguridad de las inversiones extranjeras en el país>>.- el actor se
encogió de hombros.- Uhh que aburrido…
Tras hacer zapping durante un par de
minutos y no encontrar nada interesante, David se fue a su habitación.
Una vez allí se dispuso a repasar el
libreto. Después de rebuscar un rato sobre su escritorio, sacó de una funda de
plástico un tocho de unos cuarenta folios y se sentó sobre la cama.
Como es natural en los rodajes, la
dirección no se ceñía al orden de los capítulos a la hora de planificar las
escenas. Las primeras semanas serían dedicadas a la grabación de interiores,
luego el equipo se desplazaría al mismo Egipto para grabar en Guiza, el Nilo, y
los templos de Karnak. El hecho de llevar una separación de casi tres meses de
la fecha prevista para la salida al aire, permitía un amplio margen de
decisión, a la par que proporcionaba una relativa tranquilidad a la hora de
hacer frente a los imprevistos.
-Mmmmm ¡aquí está!- exclamó al
encontrar lo que estaba buscando- vamos a leer la famosa escenita de hoy…
<<
(Meresanj está sentada en su diván mirando a través de la ventana)
(Imhotep
entra en la cámara real)
-¿Qué
haces aquí?- Pregunta Meresanj desconcertada - ¿Cómo osas entrar a los
aposentos de la reina?
-Sabes
perfectamente porqué estoy aquí “mi señora”- El arquitecto se acerca a la reina
y agarra su cuello levantándola del diván con brusquedad.
(Meresanj
se zafa de sus brazos)
-Imagino
la cara del faraón si te viese aquí…-Dice Meresanj con cinismo tratando de
zafarse de sus brazos- Tú… ¿puedes imaginártela?
-¡No
me importa!- Exclama Imhotep estrechándola contra su pecho.
-Pues
debería importarte…-le advierte Meresanj, rozando sus labios de forma
traviesa.- Aun no existe castigo pensado para quien osara cometer tal infamia…
El faraón y sus ascendientes sobreestimaron a los mortales como tú, nunca os
creyeron tan estúpidos…
- ¿Y
vos mi señora? ¿Me creéis estúpido por amar lo divino? ¿Por pretender poseer lo
que nunca pudo ser sueño de un hombre?- pregunta Imhotep agarrándola con fuerza
por el brazo.
-Tal
vez… - pronuncia Meresanj acariciando su rostro.- Pero tu osadía da muestra de
tu valor… a veces te miro a los ojos y
pienso que no le temes nada… ¿a caso ni
la muerte te asusta Imhotep?
Imhotep:
(niega con la cabeza) pero sí hay algo que me asusta Meresanj… la sed. Déjame probar el néctar de tu boca, para así
dejar de sentir este fuego que me quema por dentro…
(Meresanj
pasa sus dedos por sus labios y luego acaricia los de él)
Meresanj:
Bésame… hoy las estrellas serán cómplices de nuestra locura…
<<
(El arquitecto besa a la reina con pasión y tomándola en sus brazos la lleva
hasta su lecho)
David tragó saliva y, sonrojándose,
leyó por encima unas cuantas líneas más.
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Cora no había ido a dormir a su casa
para evitar el incómodo interrogatorio de su madre. Incapaz, sin embargo, de
conciliar el sueño en aquella odiosa habitación, se había ido a pasear por la
ciudad dormida. Hacía mucho que no caminaba sola por las calles, y menos a esas
horas de la noche, pero a pesar de saber el peligro que corría, no sentía
miedo. En realidad, poco le importaba ya una vida que ni siquiera sentía suya.
Había perdido por completo la esperanza.
Eran las ocho en punto cuando tocó el
timbre de su amiga.
Alexia ya estaba despierta y con algo
de torpeza había conseguido preparar el desayuno. Le había dado la mañana libre
a Martina; a menudo se quejaba de que su empleada tenía la mala costumbre de
andar curioseando detrás de las puertas. La realidad, en cambio, era muy
distinta; Alexia no soportaba tener a otra mujer viviendo bajo su mismo techo.
Había tratado en repetidas ocasiones de despedirla y sustituirla por un
mayordomo, pero ante la tajante negativa de su marido, que conocía a Martina de
toda la vida, había desistido de su idea.
-¡Buenos días!- Saludó Alexia abriendo
la puerta.
- Hola Ale…- Respondió la actriz, sin
mucha efusividad.
- ¡Ayyy niña por Dios! ¡Mírate esas
ojeras! Estás horrible…- Dijo su amiga llevándose las manos a la cabeza- sabes
que te lo digo con cariño…
- Ya…- Cora estaba acostumbrada a la
brusca sinceridad de su amiga.
- Bueno… pero pasa, vamos a desayunar…-
dijo Alexia entrando a la casa.- a ver que tiene por aquí tu milagrosa amiga
para quitarte esa pinta de cadáver…
- ¡Alexia vale ya! ¡No estoy de
humor!- le cortó Cora.- y para “milagros”… los maquillistas…
- ¿Ah sí? Pues como esperes por los
maquillistas de Pangea… - rió Alexia.- Bueno siéntate… he preparado el
desayuno.
- ¿Tú? – Preguntó Cora arqueando las
cejas.- ¿Es comestible?
- No… te quiero envenenar para
hundirle el proyecto al viejo verde de tu jefe, y que así mi empresa recupere
la posición que le corresponde….- Contestó Alexia con sarcasmo.
Cora probó una tostada.
- Bueno amiga… ahora cuéntame…-dijo
Alexia cambiando a un tono más serio.- ¿qué te pasa?
- ¿Recuerdas donde estaba anoche?-
preguntó Cora con el rostro sombrío.
- Sí claro… en el hotel Radisson…-
contestó ella.- No me digas que….
- Sí, eso mismo fue… el demonio ese
quería revivir viejos tiempos…- pronunció la actriz con ira.- ya no lo aguanto
¡lo odio!
- Ya somos dos…- dijo Alexia.
- ¡Alexia tienes que ayudarme!-
exclamó Cora.- ¡Quiero hundirlo! ¡Necesito verlo acabado!
- Si no fuera por el imbécil de mi
padre, a ese infeliz no le irían tan bien las cosas…- respondió Alexia.
- Tienes que hacerte con la empresa
Alexia ¡por Dios! ¡Tu padre es un anciano sentimentalista y estúpido! Aun no
entiendo como no lo has conseguido ya…- dijo Cora.
- No es tan fácil como tú te crees…-
se excusó la ambiciosa hija de Gerardo Cárdenas.
- Es muy fácil… pero tú estás
demasiado ocupada todo el día detrás del imbécil de tu marido, vigilando que
las paredes no lo miren demasiado…- le reprochó la actriz.
- Estás siendo muy injusta conmigo
Cora… ¡yo no tengo culpa de las decisiones que has tomado en tu vida!- exclamó
Alexia molesta.- Recuerda cuantas veces te ofrecí trabajar en Teleocéanos…
¡pero no! Por alguna extraña razón tú quieres seguir ahí… ¿masoquismo? ¿O es
que nuestra empresa es muy poca cosa para la “gran” Cora Gurmendi?
- Tú no entiendes nada…- dijo Cora
agarrándose la frente.- tengo que verlo caer… quiero estar ahí para asestarle
el golpe final…
- Mátalo.- Dijo de pronto Alexia con
mucha tranquilidad.
- No estarás hablando en serio ¿no?- Cora
odiaba a ese hombre con todo su ser, pero nunca se había planteado algo así…
hasta ese momento.
Alexia se encogió de hombros.
-¿Has matado a alguien alguna vez?-
Preguntó Cora entre perpleja y fascinada.
- ¡Pero claro que no! ¿Cómo crees?- Rió
Alexia.- Estaba bromeando ¿Te asusté?
Cora descubrió aterrada que las
últimas palabras de su amiga le habían causado más decepción que alivio.
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Miranda se despertó un poco aturdida,
todavía estaba padeciendo los efectos del jet lag, pero no quería perderse su
primera mañana en México. Descorrió la
cortina. Desde ahí podía verse el jardín de la casa, lleno de setos
perfectamente recortados. Levantó la vista y divisó el resto de las viviendas
vecinas; todas eran grandiosas casas
señoriales rodeadas de verde y alineadas en torno a una calle amplia y recta,
cuyo paso estaba restringido a los que no eran propietarios. De pronto vio como
un mercedes negro de cristales tintados se paraba ante la puerta de la casa, y
de él bajaba un hombre que por su uniforme debía de ser un chófer. Al parecer había venido a recoger a alguien,
pues después de tocar el timbre volvió al coche y se quedó esperando.
La joven estaba fascinada por el
glamour de su nuevo mundo, en España había vivido siempre de forma sencilla,
pues a su madre no le gustaban los lujos, y había guardado en un banco todas y
cada una de las cuantiosas mensualidades que pasaba el embajador a su hija. Tal
vez, había querido demostrar con ello que no le hacía falta la ayuda de su
exmarido para sacar adelante a la niña, o quizás prefirió educarla en la
austeridad para evitar que se volviera frívola y malcriada, como pensaba que
eran todos los nacidos en cuna dorada. Sin duda, había cumplido sus propósitos.
Miranda era una chica sencilla, que había terminado su carrera con esfuerzo y
que estaba preparada para no tener que depender de nadie.
De pronto, una mujer salió de la casa
acompañada de la esposa de su padre. No la había distinguido hasta que se dio
la vuelta para despedirse. Miranda la reconoció al instante, quedándose pálida
de asombro.
-¡OMG! ¡Es Cora!- se dijo sacando el celular
del bolsillo del pantalón.- Pensé que la bruja se estaba burlando de mí cuando
me dijo que era su “best”... esto tengo que contárselo a mis amigas…
<< ¡Chicas! ¡No se van a creer
quien acaba de salir de mi casa! ¡¡Cora Gurmendi!! O.o>> Twitteó.
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En el foro, el equipo de La IV dinastía ultimaba los detalles
para la grabación de la primera escena entre los protagonistas. La magia de
oriente invadía cada resquicio de las estancias de la reina, que lucían más
lujosas que nunca, alumbradas por el fulgor de los focos. El aroma a sándalo y a jazmín transportaba a los
allí presentes al exótico Egipto de los faraones. Ricardo siempre trataba de
recrear una atmósfera a través de las esencias, pues insistía que, aunque estas
no pudieran ser percibidas directamente por el espectador, si que generaban un
efecto psicológico en los intérpretes, que finalmente acabaría reflejándose en
el producto.
David llevaba ya rato en el set. Embriagado
por el perfume y la magia de aquel lugar se había sentado en el diván a repasar
su libreto. Estaba nervioso, pero también fascinado; intuía que esa magia que
lo rodeaba sería suficiente para hacer que su personaje fluyera apoderándose de
su ser. Aunque nunca lo hubiera admitido, estaba ansioso por ver llegar a Cora…
O mejor dicho, a la reina del Nilo.
- Eso de la impuntualidad…- Dijo el
actor percatándose de que su amigo Ricardo miraba el reloj con impaciencia.- es
una falta de respeto con los compañeros… y algo muy poco profesional ¿No crees
Ricky?
Al fin, Cora entró al set, radiante
como siempre, acompañada de la apuntadora y de una estilista. La actriz llevaba
puesta una túnica de lino blanco muy fino, ceñida a su cintura por un cinturón
dorado. Decorando sus largos cabellos, una diadema de oro de la que colgaban
hileras de perlas de río.
- Bueno… por fin estamos todos…- comentó
Ricardo.- ¡a romper el hielo!
-¿Empezamos entonces?- Preguntó Cora descubriéndose
el hombro de forma insinuante.
David se sonrojó, no podía dejar de
mirarla. El mismo reconocía que Cora era muy hermosa, pero le desesperaba que
una mujer a la que tanto detestaba, pudiera perturbarlo de esa manera. El actor
se sentía incómodo, confuso, vacilante… empezaba a percibir que la actriz era
capaz de anular su razón; y él no podía permitirlo. Debía recuperar su imagen
de seguridad…
-Deja que te ayude…- propuso el
engreído actor estrechando a la actriz contra su cuerpo.- Así nos vamos
poniendo en situación…
- ¡Quítame las manos de encima animal!-
Exclamó Cora boquiabierta mientras David la cargaba en brazos hasta la cama.
- ¿Qué te pasa ahora?- Rezongó el
actor dejándola caer bruscamente sobre el colchón.- ¿A poco me vas a hacer el
favor de pedir una doble?
Cora se enderezó y alzó la mano para
propinarle una bofetada, pero David la paró en seco agarrando su muñeca y
tirando de ella hasta hacerla perder el equilibrio y caer en sus brazos. Luego,
sosteniéndola por el cuello comenzó a besarla con gran pasión. La actriz trató
de zafarse de aquel beso robado… pero por un momento se abandonó, perdiéndose
en los labios de su compañero. Un
instante que todos en el set pudieron percibir, sobretodo el propio David, que
un poco confuso, decidió poner fin a la broma. Había sido un beso de verdad, y
ambos así lo habían sentido.
David seguía sosteniendo a la actriz
en sus brazos pero ahora con mucha delicadeza, como si de una figura de swarovski se tratase. No podía dejar de mirarla a los ojos. Cora estaba
extremadamente desconcertada, le había agarrado por sorpresa. Se sentía furiosa
con el actor, pero más consigo misma… era perfectamente consciente de aquel
instante de abandono, y más aun de la sensación que había experimentado con
aquel beso. Hacía muchísimo tiempo que nadie la había besado de esa forma, y
sí… le había gustado… había sentido la ternura, la fuerza, la pasión, el deseo…
todo en un solo beso.
- ¡Qué divinos!- se burló Ricardo.-
Definitivamente… ¡tenéis una química explosiva!
Cora reaccionó, de pronto, y le dio un
fuerte empujón a David.
- Parece que vuestra tumultuosa… ¿relación?
terminará siéndonos muy útil… -Dijo Ricardo entre risas.- Cuidado… ¿No han oído
eso de que del odio al amor no hay más que un paso?
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Esa mañana, Don Ángel había llegado
muy temprano a las oficinas. Tras realizar un par de llamadas y supervisar
algunas gestiones de sus empleados, se había encerrado en su despacho, pidiendo
expresamente no ser molestado. Con frecuencia, recurría al trabajo para
mantener distraída a su mente de otras preocupaciones; pero en esa ocasión le
estaba resultando verdaderamente difícil concentrarse.
Las oficinas de Pangea TV se ubicaban
en un majestuoso edificio posmodernista que se alzaba en el corazón de Polanco,
al oeste de la Ciudad de México. A pesar de que la sede de la empresa se
hallaba en esta zona, los estudios habían sido desplazados a la periferia sur
de la ciudad, donde el suelo era bastante más barato.
Don Ángel sacó un puro Cohiba de un
pequeño cofre de madera y comenzó a fumar. Inmediatamente, recordó el día en que
él y su amigo de la infancia, Diego Belmonte, se colaron a hurtadillas en
el despacho de su padre para robar uno. Con apenas 12 años, ¡se habían sentido
tan importantes al fumar “un habano de verdad”!- Una sonrisa amarga surcó su
rostro- También había sido idea de Diego comprar el edificio, ello formaba
parte de su gran proyecto de futuro para la empresa… un proyecto que nunca pudo
ver llevado a cabo.
¡Maldita sea!- exclamó Don Ángel.-
¿Por qué tuvo que ser así Diego? ¿Por qué? éramos hermanos de sangre
¿recuerdas nuestro pacto? No fue mi culpa… tú lo rompiste. Tantos años que
luchamos juntos, como socios, como amigos… conseguimos que el nombre de Pangea
TV comenzara a escucharse; primero en México, luego en el extranjero…
¿recuerdas el primer día en que EEUU nos compró una novela? Siempre tuviste
grandes ideas… confieso que a momentos te envidié… tú eras el que conseguía
nuevos clientes, el que trazaba las mejores estrategias… y yo… yo me sentía
completamente opacado.
La expresión de Don Ángel se hizo, de
pronto, más severa.
Pero ese no fue el problema Diego…
todo cambió con Aurora… ¡ohhhh Aurora! aun es una astilla sangrante en mi
pecho. Desde el primer momento en que la vi supe que nunca volvería a amar así
a nadie… yo se que tú también lo sabías, pero no te importó… -el odio se avivó en los ojos del anciano.- Aurora te prefirió a
ti… ¡te casaste con ella! ¡me rompiste el corazón! Y aun así tuviste el descaro
de pedirme ser el padrino de tu boda... ¡y de tus hijos!... Acepté, pero
vuestra felicidad fue acabando conmigo poco a poco. Me convertí en otra persona.
Ya no me importó la moral, ni la justicia… ¡perdí hasta la fe! Y sí, comencé a
negociar con todo tipo de gente… Sus inversiones hicieron crecer la empresa
¡por fin era yo el que estaba logrando más! ¡El que estaba teniendo las mejores
ideas! Pero tú, presumiendo de honrado, ¡te atreviste a amenazarme! Dijiste que me denunciarías si
no te vendía mis acciones. ¿En serio creíste que lo dejaría todo? No, no tuve
elección…
Aurora…- Don Ángel sacó una vieja foto
de su cartera y la contempló con triste ternura.- en algún momento pensé que
podría ganarme su corazón… tú ya no estabas. Le abrí las puertas de mi casa… a
ella y a tus hijos. Les di mi techo y mi protección. Si no hubiera sido por
José… ¡no sé cómo diablos lo descubrió! Ese crío siempre andaba metiendo las
narices en todas partes… No le falto tiempo para ir corriendo a contárselo a su
madre. Ella no pudo resistirlo, llevaba meses sumida en una depresión… Ese día,
cuando llegué a la casa la encontré tirada en el suelo del baño, desangrada… murió
entre mis brazos ¿y sabes qué fue lo último que pronunciaron sus labios?... Diego.
¿Qué quieres ahora?- Don Ángel dio un
puñetazo sobre la mesa.- ¿Por qué me persigues? ¿No tuviste suficiente venganza
arrebatándomela, también, en su último suspiro?
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Alexia odiaba estar en la casa sin
hacer nada, era una mujer muy activa. Sin embargo, tras discutir con su padre,
había decidido no pisar la televisora por un buen tiempo. Estaba convencida de
que don Gerardo se terminaría dando cuenta de que no podía sostener la empresa
sin ella. En efecto, Alexia era una pieza clave en el funcionamiento de
Teleocénos, su inteligencia y excelente talento para los negocios, eran, tal
vez, lo único que había salvado a la televisora de su completo hundimiento.
-¡Qué aburrimiento! Encima Mauricio no
viene a almorzar hoy… ¡maldita sea! y la escuincla esta que me pone nerviosa… -
pensó en voz alta Alexia mientras caminaba de un lado a otro de la habitación-
Me iría al club pero ¿dejarla aquí en la
casa para que haga y deshaga como quiera? Ni hablar… ahora me toca hacer de
niñera de la condenada muchachita…
De pronto, alguien encendió el
televisor en el salón.
-Hablando de la reina de Roma… - dijo
Alexia con desdén. – me va a oír.
La mujer bajó las escaleras
mascullando todo tipo de improperios contra su hijastra, pero el volumen de la
tele era tal que a duras penas alcanzaba a escucharse a sí misma. Miranda estaba sentada con las piernas
cruzadas sobre la alfombra del salón, a menos de un metro del gran televisor de
plasma. Había visto en twitter que iban a pasar una nota de David en Pangea TV
y no estaba dispuesta a perdérsela.
-¿Qué se supone que estás haciendo?-
dijo Alexia arrancándole de las manos el mando del televisor.- ¡En esta casa no
se ve ese canal!
-Pues resulta que yo si lo veo…-
Replicó Miranda poniéndose en pie de un salto.- creo que se va a tener que ir
acostumbrando porque esta también es mi casa…
-¡Insolente! ¡Malcriada!- gritó su
madrastra.- ¿Cómo te atreves a hablarme así?
En ese mismo momento David apareció en
la pantalla, dándole a Alexia la oportunidad perfecta para molestar a su
hijastra. Sin dudarlo, pulsó el botón de apagado.
-¿Qué demonios?- exclamó Miranda
furiosa.- ¡Devuélveme el mando!
-Te dije que en esta casa no se ve esa
cadena… ¡y no se ve!- Contestó Alexia con sonrisa triunfante.
Miranda movió la cabeza de un lado al
otro con resignación. No merecía la pena enzarzarse tan pronto en una batalla
campal, estaba segura que esa mujer no tardaría en darle otras razones para
hacerlo. Era obvio que eso era lo que buscaba y no pensaba darle el gusto.
Total, ya vería la nota en youtube como solía hacer cuando estaba en España.
-Vi a su amiguita esta mañana.- Dijo
Miranda cambiando de tema.
- Sí, vino a desayunar…- contestó Alexia.-
Todo un detalle por tu parte que no bajaras. Sabes… es que el rollo fan no va
con ella.
- ¿Y? Yo no soy fan de esa tipa… ¡dios
me libre!- aclaró la joven.
- No, peor… tú eres como las fans del
tal Justin Bieber que odian a toda chica que se le acerque… ¿Qué te crees que
Belmonte se va a enamorar de ti?- se burló Alexia.- pobre mi amiga… con la gente rara que tiene
que lidiar.
- Mire… “señora” ¿Tiene algún problema
conmigo?- dijo Miranda muy seria.- Porque tal vez deberíamos de resolver esta
situación cuando llegue mi padre… ya estoy bastante crecidita para tolerar que
me falten el respeto.
- ¿Me estás amenazando?- Preguntó la
mujer indignada.
- Tómelo como quiera.- contestó ella.-
con su permiso, me voy a mi cuarto… ahhh y un consejo: cambie de perfume… me
trae mareada.
- ¡Mentira! ¡Maldita naca desvergonzada!-
Gritó Alexia perdiendo los estribos.- A mí vas a aprender a respetarme… ¡vamos
que lo harás! como que Alexia Cárdenas me llamo…
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El faraón Kefrén siempre tuvo una
debilidad: su sobrina, la princesa Meresanj, ahora esposa y reina de Egipto. A
pesar de que ella lo aborrecía, como
digna princesa, había asumido su destino
sin un solo reproche. Debido a los celos del faraón, la reina permanecía cautiva,
encerrada en sus aposentos hora tras hora, día tras día, año tras año… poco a
poco se iba marchitando sin que ningún mortal pudiera admirar su belleza.
Kefrén, incluso, había apartado a sus hijos de su lado, pues ni siquiera con
ellos estaba dispuesto a compartir su amor. La ausencia de sus pequeños había
avivado un gran odio en el corazón de Meresanj, que profundamente infeliz ya
solo podía anhelar la muerte de su guardián.
Imhotep había conseguido colarse en el
palacio para ver a la reina. No era la primera vez que lo hacía, y sabía muy
bien que con ello arriesgaba su vida y su memoria. Pronunciando una sola
palabra el faraón tenía el poder de eliminar un nombre de la historia… y sus grandes obras no bastarían para
conservar si quiera una línea en ella si lo que estaba a punto de hacer llegase
a oídos de Kefrén.
-Hay algo que me asusta Meresanj… la
sed.- El arquitecto estrechó a la reina entre sus brazos, mirándola con
dulzura.- Déjame probar el néctar de tu boca para calmar este fuego que me
quema por dentro.
La reina sonrió pasando su dedo por la
saliva de sus labios, para luego acariciar los de él.
- Bésame Imhotep, bésame… Esta noche
las estrellas serán testigos de nuestra locura.- dijo fundiéndose con el
arquitecto en un apasionado beso de amor.
Imhotep llevó a la reina hasta su
lecho.
-¿Estás segura?- le dijo.
-No me hagas pensar… te lo ruego.-
Contestó ella besándolo mientras comenzaba a desatar su túnica.
En ese momento, todo a su alrededor
deja de existir… como si aquella cama fuera un pequeño navío en medio de un mar
inmenso cuyas orillas no alcanzan a vislumbrarse. En medio de besos y caricias,
los dos navegan sin rumbo, sintiendo el vaivén de las olas y la brisa de la
libertad sobre la piel. Dos almas que se unen a través de dos cuerpos
entrelazados, dependientes el uno del
otro, temblorosos… no de miedo, sino de gozo.
-¡CORTEN! ¡¡DELICIOSA!! ¡¡DIVINA!! –
Exclamó Ricardo.- Me quito el sombrero chicos. Gracias.
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Horas más tarde, en el camerino, Cora se
estaba cambiando de ropa. Ya eran las dos y su madre la esperaba en casa para
almorzar. Más tarde debía de volver al set, pero por el momento solo le
apetecía descansar. Se puso un chándal muy cómodo, se recogió el pelo en un
moño y agarró las gafas de sol para pasar inadvertida. Ya se disponía a salir
cuando alguien llamo a su puerta.
-¿Quién es?- preguntó.
-Cora, aquí afuera hay unas chicas que
han venido a verte…-Contestó uno de los guardias de seguridad.
- Lo que me faltaba… -suspiró la actriz.-
Diles que me esperen, ahora salgo.
Se miró al espejo. No podía permitir
que sus fans la vieran así. Fue al armario y sacó un bonito vestido color verde
esmeralda que guardaba para imprevistos como ese. Se puso unos zapatos de tacón
e incluso unos pendientes a juego. Luego se arregló el cabello con un cepillo
que tenía sobre el tocador.
-Listo.- Se dijo Cora acercándose a la
puerta.- ahora tu mejor sonrisa.
Cuando abrió la puerta pudo contemplar
a un grupo de muchachas boquiabiertas, muertas de los nervios y la
emoción. Unas jóvenes cuyos rostros no
había visto en su vida, cuyos nombres no conocía… pero que sabía perfectamente
que eran eso… fans. Hacía mucho tiempo que no se cuestionaba el porqué causaba aquello
en esas personas… el porqué de las lágrimas, gritos y abrazos de completas
desconocidas. No es que llegara a comprenderlo, ni siquiera había logrado
habituarse totalmente a ello. Le seguía pareciendo tan extraño como el primer
día, pero había desistido de buscar la respuesta. No le hacía falta.
Simplemente era así, una parte de su vida, una… ¿remuneración? a su profesión.
-¡Buenas tardes chicas!- saludó la
actriz mostrándose muy amable.
- ¡Cora!- exclamó una de ellas.- creo
que estoy soñando…
La actriz sonrió y las invitó a pasar
al camerino.
- Tú eres Esmeralda ¿no?- preguntó Cora
a una de las jóvenes.- a ti si te había visto antes… eres la prima de Ricardo.
- ¡Sí! Así es…- contestó ella muy
emocionada de que la actriz la recordara.- mira te presento a mis amigas:
Lydia, Marta, Nadeska, Fernanda, Vale y María Luisa. Todas somos fans desde
hace ya años, y estamos muy contentas de poder verte.
Cora fue saludando a cada una, con un
fuerte abrazo.
-¿De verdad vamos a rodar contigo? ¡No
puedo creerlo aún!- exclamó Marta.
- Ahhh ¿ustedes son?- preguntó Cora
mirándolas, ahora con mayor interés.- sí… parece ser que esta tarde empezamos
con eso.
- Nunca tendremos como agradecerle a
Ricardo.- dijo Lydia.
- Agradézcanle a Belmonte… fue idea
suya.- les informó Cora.- pero bueno… ¿no es aun temprano para qué estén por
aquí?
- Sí, pero vamos a almorzar en la
cafetería…- contestó Nadeska.- creo que no hay un lugar en el que nos apetezca
más estar.
Cora recordó de pronto a la misteriosa
muchacha de tez pálida y ojos color miel, que había visto llorando en el pasillo.
-Niñas… una chica que estaba aquí el
otro día… Lucía me parece que se llama… ¿no vino con ustedes?- preguntó.
-Lucía… no… ella está muy mal…-
respondió Vale con pesar.- hace apenas unos días que murió su madre.
-Yo estoy muy preocupada…- dijo
Fernanda.- la última vez que hable con ella estaba como ida…
-Lo siento mucho.- dijo la actriz con
sinceridad.- denle un abrazo de mi parte.
- Por supuesto que se lo daremos.-
sonrió María Luisa.- será un poquito de luz en tanta oscuridad.
“Un poco de luz en tanta oscuridad”… esas
palabras… no era la primera vez que las escuchaba. Cora se estremeció.
-Chicas, lo siento pero tengo que
irme. Encantada de conocerlas.- se despidió saliendo a toda prisa.
Una vez en el parking Cora llamó por
teléfono a Ricardo.
-Ricky, ¿recuerdas lo que te pedí el
otro día? por favor, mándame los datos de Lucía al celular.- dijo quitándose un
brazalete de plata de la muñeca al tiempo que arrancaba el coche.
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Doña Irene estaba sentada en la mesa
del comedor, golpeando el mantel con una cuchara y mirando al gran reloj que
colgaba en la pared.
De pronto sonó el teléfono.
-Mariana dile a mi hija que el almuerzo
está servido desde hace media hora.- le ordenó Irene a la sirvienta que se
apuró en contestar la llamada.
-No es su hija señora…- contestó la
joven empleada.- Es don Ángel… el dueño de la televisora.
-Dile que la señora no ha llegado.- doña
Irene movió la cabeza de un lado a otro en señal de desaprobación.
- No desea hablar con ella sino con
usted señora…- le informó la muchacha.- ¿qué le digo?
- Pásamelo. – Ordenó la anciana
extendiendo la mano intrigada.
-Doña Irene… ¡cuánto tiempo!- saludó
don Ángel desde el otro lado del teléfono.- imagino que se acuerda de mi…
-Don Ángel ¿a qué le debo el gusto?-
preguntó ella. Hacía más de quince años que no había cruzado una palabra con
ese hombre.- ¿Algún problema con mi hija? No vino ayer a la casa.
- No señora, con su hija todo perfecto…
-la tranquilizó don Ángel.- anoche no llegó a dormir porque estuvo conmigo, no
se preocupe…
- ¿Ah sí?- Preguntó doña Irene muy
sorprendida.- Mira nada más que callado se lo tenía… ya no me cuenta nada la
desgraciada.
- Doña, no sea así…- carraspeó don
Ángel.- Tenemos otros problemas.
- ¿Problemas? ¿Qué clase de problemas?-
dijo ella subiendo el tono de voz.
- El pasado que nos persigue…-
contestó el señor Salazar.
- Lucía.- sentenció doña Irene.
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El silencio y la soledad invadían cada
rincón de la casa de los Pomari. Alejandro aun no volvía del trabajo, y Lucía
llevaba horas encerrada en el baño con una idea atroz en la cabeza.
La joven se paró frente al espejo, y
contempló sus ojos enrojecidos, su tez
pálida, su aspecto enfermizo…
-¡Doy asco!- exclamó rompiendo a llorar.
Luego arrancó de la pared la barra de hierro del toallero que estaba medio suelta
y con ella golpeó el espejo haciéndolo añicos.
-Total… nadie me va a echar de menos…-
se dijo recogiendo del suelo un pedazo de cristal muy afilado.- Bueno mi padre
sí… pero los hombres ya se sabe que olvidan rápido. Sin mí comenzará una nueva
vida…
Sosteniendo firmemente aquel trozo de
vidrio cortante, abrió el agua de la bañera y se metió dentro sin quitarse la
ropa. El agua era cálida y aprovechó para mojar su rostro y limpiar sus
lágrimas. Luego descubrió su muñeca izquierda y cerrando los ojos al tiempo que
mordía su labio comenzó a deslizar el cristal por encima de su piel, cada vez con
más fuerza. Mientras las primeras gotas de su sangre se mezclaban con el agua
tibia, Lucía alcanzó a escuchar una voz muy familiar.
-¡Lucía!- Gritó Cora bajándose del
coche.- soy yo, Cora Gurmendi, me gustaría hablar contigo.
Por un instante, Lucía creyó en
aquellas palabras, pero enseguida comprendió que solo podía tratarse de una
alucinación alimentada por el mareo que la aturdía. El agua de la bañera comenzó
a teñirse de rojo y la joven se desmayó.
Cora tocó al timbre pero nadie le
respondió.
-Parece que no hay nadie…- se dijo.-
tal vez fue una tontería haber venido…
Justo en ese momento se apoyó en la
cancela de la puerta del jardín y esta se abrió sola. La actriz decidió entrar.
-¿Hola?- dijo acercándose a una
ventana que estaba entreabierta.- ¿Hay alguien en casa?
Cora alcanzó a escuchar el agua correr
al otro lado de la habitación. Impulsada por un presentimiento terrible, no
dudo en abrir la ventana y colarse a la casa a través de ella.
-¡Lucía!- exclamó abriendo la puerta
del baño.- ¡No! ¿Qué has hecho muchacha?
La actriz se horrorizó al contemplar a
la joven en la bañera. Inmediatamente, cerró el grifo y con mucho esfuerzo
logró sacarla del agua y dejarla sobre una toalla en el suelo del baño.
-Sigue viva…- dijo Cora comprobando
que aun respiraba. Tomó en sus manos la muñeca sangrante y presionó el corte
con una toalla para detener la hemorragia.
Lucía se despertó en brazos de Cora.
No podía creérselo ¿qué hacía ella ahí?
-¿Qué hiciste niña tonta?- dijo la actriz
aliviada por qué la joven reaccionara.- ¿Hacía falta llegar a esto?
- ¿Cora eres tú?- preguntó Lucía entre
aturdida y desconcertada.- ¿Pero cómo?
- No digas nada…- dijo Cora
acariciando su pelo con ternura.- voy a llamar a la ambulancia.
La actriz sacó su celular del bolso y marcó
al número de emergencias. En ese mismo momento Alejandro llegó a la casa.
-Lucía amor, ya llegué… ven a almorzar…-
saludó al entrar al vestíbulo.
- ¿Alejandro?- Exclamó Cora saliendo del
baño al reconocer su voz.- ¿eres su padre?
- ¿Tú? ¿Qué haces aquí?- preguntó
Alejandro desconcertado al ver a la actriz en su casa con las manos
ensangrentadas.- ¿Dónde está mi hija?
CONTINUARÁ…